El silencio es algo
que a mi modesto entender, no existe.
¿Dónde hay silencio?.
¿En una clase, donde estás haciendo un examen?.
No. No es un silencio
absoluto.
Oirás la respiración
de los alumnos,
el ruido del bolígrafo cuando se deja en la
mesa,
el crujir de los papeles cuando pasas de hoja,
o la tos de algún alumno constipado.
¿Donde hay silencio?
¿En tu casa, cuando estás sola?. Puede.
Ahora mismo estoy
sintiendo el silencio.
De repente, absorta
en la quietud, percibo el “Tic-tac” del reloj,
el motorcillo del
frigorífico, un coche que pasa por la calle,
Mi propia
respiración,
el ruido del “boli” mientras escribo este tonto comentario,
y
hasta el zumbido de un moscardón, que curiosamente
parece estar muy
interesado en mi escrito
y no deja de posarse
sobre mi mano.
¿Dónde está el
silencio?
¿En los cementerios,
cuando se cierran las puertas
y callan los sollozos desgarradores
de aquellos que han ido a dar su último adiós a un ser
querido?...
No. Tampoco ahí está el silencio.
Solo los muertos
guardan completo silencio,
pero alrededor de su
tumbas,
se oye el aire desplazarse de esquina en
esquina,
el trinar de un pájaro que no sabe distinguir
que está en el lugar mas
triste de la tierra,
el crujir de alguna rama
de los inseparables
cipreses que rodean la valla,
o algún roedor que
curiosea por ahí
rascando con sus
uñitas el tronco de un árbol,
el aterrador maullido
de un gato vagabundo.
.(No hay nada más terrorífico que oír maullar a un gato en
un cementerio).
Entonces: ¿dónde está
el verdadero silencio?
En ti. Dentro de ti
mismo. Protegido de todo cuanto te rodea.
El silencio está en tu
propio pensamiento.
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