EL NIÑO DE LA PUERTA.
Había
un niño sentado
en el quicio de una
puerta.
El niño era muy
guapo,
la puerta era muy
vieja.
Mas adentro vi a su
madre,
que tenía un crío a
cuestas.
El crío, era pequeño,
la madre era morena.
Un delantal de
harapos,
cubría sus ropas
viejas.
El pelo tenía cogido,
con una diadema.
Y de lejos, me
miraba,
escondida tras las
rejas,
de aquella pequeña
ventana,
que no daba luz
siquiera.
Yo, de lejos
contemplaba.
Me apenaba su
pobreza.
De lejos pude
entender,
que advertían mi
presencia.
Ellos, a mí me
observaban
con carita de
miseria,
y pensé que me
envidiaban,
por mi aspecto de
riqueza.
Entonces, me sentí
mal,
y yo,.. me di media
vuelta
y no me quise
acercar,
¡ay! porque me daban
pena.
Entonces aquel niño,
el niño de la puerta,
se me acercó muy
tímido,
y me pidió que
volviera.
Si tienes sed.. me dijo...
mi madre, que es muy
buena,
te puede dar un vaso
de limonada fresca,
o... un platito de
guiso,
que sobró ayer de la
cena.
Verás si te gustará,
Que es buena cocinera.
Me arrodillé
avergonzada,
mirando al niño de
cerca.
¡No tenía en la
mirada,
ni un poquito de
tristeza!....
Le pregunté
sorprendida:
¿No sois pobres en tu
casa?
Respondió con alegría
¿Pobres?. No... y tengo una hermana.
En mi casa hay de
comer,
y mi madre es buena y
guapa.
Mi padre nos trata
bien,
y en aquella fuente
hay agua.
Mi hermanita es
juguetona
Y me gusta estar con
ella.
Cuando tiene hambre..
llora,
y mi madre, le da
teta.
Y cuando yo tengo
hambre,
tengo buena merienda:
unas veces tengo pan,
otras veces, leche fresca.
Yo, me levanté del
suelo,
miré al niño
fijamente,
y acariciándole el
pelo,
pensé: ¡Qué feliz se
siente!..
El no conoce los
lujos,
pero... nada necesita,
se alimenta de
mendrugos,
y viste ropa zurcida,
mas, vive feliz en su mundo,
tanto,.. que me da
envidia.
Y yo.. que me los
miraba,
¡ay!.. por que me
daban pena:
Si pena he de darles
yo...
que no tengo... quien
me quiera.
A petición de Alex y Marta. que hace unos días me pidieron que les dedicara este poema.
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