Una visita al Parador, que no tiene de nada de espectacular, pues es un edificio corriente, pero está ubicado sobre un montículo, desde el cual se divisa la ciudad a vista de pájaro. Los habitantes de esta ciudad suelen subir aquí para hacer deporte. Unos andando, otros corriendo, incluso a altas horas de la noche, y a pesar de que el termómetro no sobrepasa los cero grados en bastantes ocasiones. Anoche, mientras subíamos aquí para ver las luces de los edificios, y después de casi trepar por una interminable escalinata, que acaba justo en la cima, un matrimonio de avanzada edad, subían cuesta arriba. Me atrevía a preguntarles si aquello de hacer deporte a esas horas era costumbre en Soria, pues ya había visto subir a unos cuantos deportistas, y me dijeron que ellos subían cada día, y que mucha gente lo hace....Eso es amor por el deporte ¡Si señor!..
Hacia la caída de la tarde, Soria, a nuestros pies, aparece majestuosa, y en cuanto anochece, los focos y las luces de sus calles, se encargan de embellecer el decorado, haciendo que tome un aspecto de dimensiones sobrenaturales... Un paisaje, que acariciado por las aguas del DUERO, a estas horas invisibles a nuestras miradas, consume sus horas nocturnas en paz y silencio, y se rodea de bellos parajes húmedos y sombríos...Desde arriba, y aún sin verlo, siento que el DUERO, me saluda de nuevo.
Sí, SORIA, es lo que es: con su historia, sus característicos habitantes, orgullosos de su ciudad y de lo que ella significa...
A media mañana, una visita al DUERO y desde sus orillas, un tranquilo paseo para contemplar sus relajantes aguas, silenciosas, mansas, rodeados de olmos despoblados de hojas, y de prados verdes y ensoñadores...Allá, en la otra orilla, a cierta altura, la ERMITA DE SAN SATURIO, donde los sorianos suelen subir con frecuencia. Luego un paseo para llegar hasta el puente...Y de nuevo, unos pensamientos para mi querido DUERO: Hola, mi querido DUERO, lo prometido es deuda, y aquí me tienes nuevamente....VOLVEREMOS A VERNOS.
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