dilluns, 11 d’abril del 2016

El silencio es algo que a mi modesto entender, no existe.
¿Dónde hay silencio?. ¿En una clase, donde estás haciendo un examen?.
No. No es un silencio absoluto.
Oirás la respiración de los alumnos, 
el ruido del bolígrafo cuando se deja en la mesa,
 el crujir de los papeles cuando pasas de hoja, 
o la tos de algún alumno constipado.
¿Donde hay silencio? ¿En tu casa, cuando estás sola?. Puede.
Ahora mismo estoy sintiendo el silencio.
De repente, absorta en la quietud, percibo el “Tic-tac” del reloj,
el motorcillo del frigorífico, un coche que pasa por la calle,
 Mi propia respiración, 
el ruido del “boli” mientras escribo este tonto comentario,
 y hasta el zumbido de un moscardón, que curiosamente
parece estar muy interesado en mi escrito
y no deja de posarse sobre mi mano.
¿Dónde está el silencio?
¿En los cementerios,
 cuando se cierran las puertas
 y callan los sollozos desgarradores 
de aquellos que han ido a dar su último adiós a un ser querido?...
No. Tampoco ahí está el silencio.
Solo los muertos guardan completo silencio,
pero alrededor de su tumbas,
 se oye el aire desplazarse de esquina en esquina,
 el trinar de un pájaro que no sabe distinguir 
que está en el lugar mas triste de la tierra, 
el crujir de alguna rama
de los inseparables cipreses que rodean la valla,
o algún roedor que curiosea por ahí
rascando con sus uñitas el tronco de un árbol,
el aterrador maullido de un gato vagabundo.
.(No hay nada más terrorífico que oír maullar a un gato en un cementerio).
Entonces: ¿dónde está el verdadero silencio?
En ti. Dentro de ti mismo. Protegido de todo cuanto te rodea. 

                     El silencio está en tu propio pensamiento

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