dijous, 20 de desembre del 2012

                                  DE NUEVO TORDESILLAS


En Tordesillas, a estas alturas de Diciembre hace frío, un frío intenso. Nuestra intención es visitarla, ver sus monumentos, conocer su historia, pero a estas horas, cercanas al ocaso del día, los edificios empiezan a cerrar sus portones, y empiezan a mostrar, iluminados por resistente focos, su monumental belleza exterior, esa que a la luz del día, a veces nos pasa desapercibida. Los muros de las murallas, parecen más vivos, las fachadas de las casas nobles, parecen más lujosas, los campanarios de las iglesias, parecen más altos.
Helados, seguimos vagando por esas calles, entrando y saliendo de las callejuelas, descubriendo nuevas plazas, e imaginando los jardines en este mes desiertos, llenos de flores en primavera, Pero el frío cada vez más exigente, mas riguroso, no obliga a buscar cualquier sitio donde entrar en calor. De pronto, una fachada iluminada, nos indica que allí, dentro hay luz, y que al parecer la entrada es libre. (He de decir que yo, cuando estoy de turismo, en cuanto veo una puerta abierta, entro a fisgonear, pues me parece imperdonable perderme ni un detalle de cualquier cosa que pueda ser vista.)....
Un señor de bigote me indica que estoy entrando en el Teatro Municipal. Yo, curiosa le pregunto 
_¿Hay algo que ver aquí? A lo que él me contesta
-Si, una obra de teatro y empieza a las ocho, es muy buena y además, hay entradas ¿Quiere dos?
Viendo el cielo abierto compramos las entradas. Son las ocho menos cuarto y  ya estamos
sentados  en platea. entremedio de un sin fin de señoras que se conocen entre ellas, que se ponen de pie y se saludan, que preguntan por sus maridos, y alguna de ellas con el nieto o la nieta presumen de su compañía orgullosas. Hombres hay pocos, deben estar en la cantina.
La obra, interpretada por una compañía local, es de Lorca. "La Zapaterilla"
Contentos de haber aprovechado la ocasión de estar guarecidos y a la vez hacer cultura, casi nos pasa desapercibido el interior del teatro, pero ahora que me fijo es muy elegante, pequeño, pero acogedor y de buena sonoridad.
La sorpresa me la he llevado cuando por fin, al empezar la función, me doy cuenta de que uno de los actores, es el que me ha vendido las entradas hace un rato.
En fin todo queda en una buena experiencia, y un recuerdo más de este viaje.  

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