divendres, 14 de desembre del 2012


Este es un poema dedicado a todas aquellas mujeres que han dado su existencia por los suyos, sin quizá esperar recompensa alguna.
¿LO VES?
¿Lo ves? ...Tanto esperar.....¿Lo ves como todo llega?
Creías que era imposible...
Lo bueno se hace esperar...
Esperar..valió la pena...
¿Lo ves? ..El tiempo siempre se encarga,
de dar premio a tu paciencia
Paciente toda tu vida,
la paciencia es tu destino,
y eso si, vale la pena.
¿Lo ves como todo llega?...Tanto luchar en la vida,
abrir todos tus sentidos,
hacer que lo demás te sientan,
Y sentir vale la pena.
¿Lo ves? Muchacha de aquellos tiempos
ahora , madre, esposa, abuela.
Los años, te han hecho vieja, pero...
¿Lo ves como cumplir años
también te valió la pena?
¿Lo ves? Entonces;  ¿porqué estás triste?
 ¿Qué provoca tu tristeza?
¿Lloras por tiempos pasados?
 ¿Añoras algunas vivencias?

                                                                No llores más, y sonríe.
                                                               ¡ Sonreir vale la pena!
¿Lo ves? Así... con esta sonrisa, tu mirada es mas serena,,
Mírate ante el espejo Observa tu mirada tierna
Alégrate de tu aspecto Aprende a amar tu presencia
que amarse, ¡Eso sí! vale la pena.
¿ La vida no te sonríe?, pues sonríele tu a ella.
Y verás que en este espejo. El que tu imagen refleja,
se dibuja una sonrisa,
Verás que entonces tu vida. También mereció la pena.
El espejo de tu vida, guarda todas tus vivencias,
Cuando te mires en él, no lamentes tu existencia,
¿Cómo te van a querer los demás si no demuestras
que te quieres a ti misma, que valoras tu existencia?
¿Cómo te van a creer, cuando a veces les comentas
que existir, vale la pena.?
¿Lo ves? Si has leído este poema, porque te sentías triste
y al leerlo te das cuenta, de que tu sientes y vives,
que vivir vale la pena, y ante el espejo sonríes,
ya me doy por satisfecha,
porque cuando uno escribe,
a veces no se da cuenta,
a veces no lo percibe
 que escribir, vale la pena.



                                           Dedicada a un ancianito de Ävila, que en uno de nuestros viajes nos mostró una de las momentales iglesias de esas ciudad.

UN VIEJO MUY LENTO
Y voy ligerito, que van a cerrar,
decía el viejito, con pasito lento,
mientras nos mostraba, con gran lealtad
todas las estancias del vetusto templo.

Y voy ligerito, repetía el eco,
Entre estatua y estatua,
 entre lienzo y lienzo,
Mientras que sus piernas,
 gastadas de tiempo
se le desplazaban
poco más de un palmo
 o de palmo y medio.

Nosotros detrás, y delante el viejo..
¡Que van a cerrar!..Seguía diciendo..
El iba avanzando..despacito y lento..
mientras nos contaba cosas de otros tiempos.

El garrocho en mano, para señalar
un viejo retablo, de santos esbeltos,
y cuando sus piernas, no podían más
bajaba el garrocho para andar el suelo.

De historia, sabía, aquel viejo lento
más que sabe un libro o cualquier maestro.
¡Una limosnita para un guía viejo!
o para la iglesia, que hacen falta arreglos.

De santos sabía, aquel viejo lento
más que el propio cura, que nació en el pueblo.

Y voy ligerito, vayamos saliendo...
vaya que el sereno, vaya que el sereno…
 nos encierre dentro.

RAICES.
Se fueron a otras tierras,
Lejos, muy lejos de su mundo
Cruzaron mil fronteras
Tomaron nuevos rumbos,
por tierras extranjeras.

Se fueron, llevando sus quimeras,
lejos, tan lejos de sus pueblos.
Caminos por veredas
cambiaron por completo.

Veredas del silencio.
Recuerdos de tristezas,
que en vano intentaron
olvidar con el tiempo.
Les derrotó el pasado.
Les derrotó la guerra.

Algún que otro momento,
España está en su mente.
Resuenan insistentes,
las voces de su tierra
y vuelven las quimeras
y entonces ellos piensan:
¡No! a España ya no vuelvo,
aquí soy extranjero,
y allá no me recuerdan,
mis viejos compatriotas,
que fue la cruel derrota,
quien me echó de mi pueblo.

A España ya no vuelvo,
que aquí echó las hojas,
el árbol de mi cuerpo,
que me han salido ramas,
que son tan alemanas,
como la Selva Negra.

Cambié el vino tinto,
que nace de las cepas,
por la amarga cerveza,
que bebo los domingos.

Me cambiaron el Ebro
por este Rhin sombrío,
cambié los Pirineos,
por montes europeos,
y los campos de olivos,
por oscuros abetos,
cambié hasta el idioma
por entenderme con ellos.

Cambié el mar de mis costas,
Por lagos y por ríos.
Atrás dejé mis cosas,
y aquí es donde me quedo
que están aquí mis hijos..





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