divendres, 8 de maig del 2020

                      HACE AÑOS.


Bastantes años, alguien me indicó que había un cursillo de escritura en un casal del pueblo donde vivo, mejor dicho ciudad, que si me leen algunos me van a reñir, pues es ciudad desde hace mil años.
Una ciudad que vive a caballo entre Sabadell y Barcelona. Barberá del Vallés es una de esas ciudades en las que como se dice coloquial-mente, "sé está bien".

Fui a ese cursillo. Me presenté tímidamente como una novata, aunque escribía poemas desde hacía algunos años. Aquello fue decisivo. Me permitió comprobar, que todo lo que en mi interior sentía cuando, bolígrafo en mano o para que quede más literario, aún a riesgo de mentir, pluma en mano, aquello que sentía, digo, no era tan extraño. Que había más personas como yo. Ana Medina, por ejemplo, Teresa Costa, María Naranjo, Cele López, y unas cuantas compañeras más, con las que compartí aquel cursillo, por cierto bastante fructífero.

Hace años, bastantes años, descubrí que era capaz de compartir, aquello que llevaba encerrado en cajones. Hace años, bastantes años, descubrí, que ya no era tan necesario el bolígrafo. Alguien puso en mis manos un aparato, con teclas, con pantalla, y con algo, por qué no decirlo, de inteligencia, aunque sea artificial. De memoria. Un aparato que era capaz de recordarme lo escrito, de rectificarlo con facilidad, y que poco a poco se ha convertido en un compañero muy útil.

 He de confesar lo reacia que fui a relegar el papel a términos secundarios, pero claudiqué, y aquí estoy delante de este compañero que me ha ayudado a encontrar un lugar entre personas que como yo, escriben, disfrutan escuchando y comparten.

Mi vida literaria camina entre dos grupos, a los que pertenezco, y de los cuales estoy muy orgullosa, el primero, Manantial Poético de Badía del Vallés, al cual accedí por aquellos tiempos, invitada por Ana Medina. Temblaba mi cuerpo como hoja de chopo mecida por fuerte viento. Leí, no recuerdo bien el qué, pero leí algo. Sentía los latidos del corazón en el mismo papel, que no paraba de moverse. Aquello se convirtió en una cita semanal, que aún, hoy en día perdura.

 El segundo, Poesía a Trenc d'Alba, de Sabadell, llegó bastante más tarde, solo hace dos años que estoy con ellos. Un grupo muy variopinto, en el que he encontrado otra vez, el calor del alma de los poetas, de estas personas sensibles y llenas de pensamientos a flor de piel, que rebosan literatura por los cuatro costados. Que son capaces de vibrar con la poesía, de sentirla, de merecerla, de mimarla, de buscarla, de comprenderla, de vivirla y de compartirla, sin reserva, con claridad, con alegría o con tristeza, sentimientos que el poeta, por serlo, acentúa con sus palabras, con sus versos.

Y aquí estoy, tratando de hacer honor a pertenecer a esto dos grupos, de tanta calidad, que rebosan literatura y poesía por los cuatro costados, que derrochan amistad, y compañerismo, que luchan por mejorar, y por consecuencia me hacen mejorar a mí, que, tan solo soy una modesta escritora de pensamientos.

  Querido lector, Nos veremos por aquí, por mí que no quede. Hasta la vista.
           
             

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