dimecres, 9 de gener del 2013

CIUDAD RODRIGO

      Ciudad Rodrigo, me habla de historia. De nuevo, el viaje me habla del pasado. Un pasado repleto de nombres importantes. De nombres inscritos para la eternidad en la historia de este país.
   Ciudad amurallada. Medieval. Que posee un centro enorme histórico y palaciego.
   Estoy en estos momentos tomando café en un recoleto bar sito en la Plaza Mayor, rodeada en su totalidad por una porchada de color blanco y ocre que me recuerda a los cortijos o a una plaza de toros.

  Si, Ciudad Rodrigo, me habla de historia, tan solo paseando por sus calles, leyendo las inscripciones de sus emblemáticos edificios, pero su Catedral, majestuosa y única, rubrica todo ello y tras la explicación de la dulce guía que nos dirige, no puedo más que advertir mi ignorancia, sobre tantas cosas de tal modo que hasta me asusto.  ¿Cómo pueden haber ocurrido tantas cosas que yo ignoro?  ¿Hasta dónde llega el desconocimiento de nuestros antepasados, de lo que urdieron e hicieron para mantenerse en la cúspide, de las luchas que mantuvieron, de las artimañas, o de los sacrificios o de los odios entre familias, de las guerras entre ciudades, de las diferencias entre la iglesia y el pueblo, del porqué de cada suceso, o simplemente de cómo vivían por aquellos tiempos?   Impresionante...

   Siguiendo los pasos de nuestra guía, vemos el altar, los capiteles, y luego, la joya de Ciudad Rodrigo: El Coro... Un lugar especial de afamada popularidad magníficamente decorado. Sus alegorías al pecado son piezas únicas en un Coro. Cuentan que los clérigos lo mandaron decorar a un afamado artesano, pero que este era un judío convertido al catolicismo. Cuentan que el artista,  era un judío converso  pero poco convencido,y que justamente decoró el Coro así para burlarse de la Iglesia Católica. Así, en los asientos del Coro figuran muestras del pecado, la irreverencia, la liviandad, o la lujuria. Imágenes provocadoras que escandalizan al visitante a poco que repare en ellas, que provocan burla y escarnio., o simplemente sonrisas.

  Una exhibición de arte por los cuatro costados y de todos, el lugar más decorado que he visto en todo el viaje. No hay un centímetro cuadrado me madera que no esté tallado.

   Pero esa versión, no es reconocida por la Iglesia, que a su vez cuenta que eso lo encargaron los clérigos expresamente, puesto que si en el Coro se ilustraban imágenes santísimas, era de mal gusto sentar sus posaderas sobre ellas o darles la espalda en sus sillones, por lo tanto era mejor sentarse sobre el pecado y la lujuria.
¿Cuál de estas dos versiones creen ustedes que es la verdadera?  Ahí lo dejo.

   Al salir, un tranquilo paseo por las calles históricas, me muestra sus palacios, sus casas nobles, sus palacetes, el castillo, convertido ahora en parador nacional, la mezcla de estilos, gótico, románico, plateresco y barroco, en las fachadas, los escudos, el palacio episcopal, las murallas, las plazas, las calles con sus rincones, todo ello, me hace desear quedarme un día más entre tanta historia, pero decididamente, mañana seguiremos el viaje. Salamanca nos espera.



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