diumenge, 13 de gener del 2013

   
MI CASITA

Hoy la he visto a mi casita
La he buscado tantas veces,
en los sueños que mi mente
evocaba desde niña,
Hoy la he visto, sigue allí,
tan viejita como siempre,
muy maltrechas sus paredes,
y abandonado el jardín.
El pozo y el cubo de cinc,
lleno ahora de agujeros.
¿Con qué regaría mi abuelo,
si pudiera revivir?
El huerto ya no es un huerto,
es presa de matorrales,
 de zarzas, y plantas voraces
y de ratones hambrientos.
  ¿Y  en el pino que tantas veces
me cobijara en mis juegos?
¿Cuantos nidos habrán hecho
en él, los pajarillos silvestres
y cuantas arañas sus redes
habrán tejido en el tiempo?
¿Y aquel jardín caprichoso
que al empezar nuevo día
habría sus florecillas,
formando un tapiz hermoso?
¿Qué flores cultivaría
mi abuela en este terreno
ahora vacío y yelmo
si ella volviera a la vida?

La casa sigue vacía,
El tiempo no la ha borrado.
Nadie jamás la ha habitado,
desde que yo era una niña.

Tal vez entre sus ruinas
haya alguna huella mía
De mi infancia, pues de niña
por sus pasillos corría.
Me escondía entre cortinas
y jugaba al pilla pilla
lo que hace cualquier niña..
A los tres o cuatro años
Tal vez entre sus paredes
algún recuerdo olvidado,
algún resquicio me quede
de aquellos tiempos de antaño
testigo en el presente
de lo que fue mi pasado.

La casa sigue vacía,
Y mis recuerdos de niña
bullen aún en mi mente:
y si sigo recordando
los dulces momentos pasados
entre estas cuatro paredes
de pequeña aun puedo verme
jugando a  las cocinitas
y vistiendo a mis muñecas
y saltando con mi cuerda
de sonoras manecillas.

Miro el jardín descuidado
por última vez en mi vida
y ahora me veo jugando
jugando a las cuatro esquinas,
o saltando por las piedras
cantando una cancioncilla  
o haciendo castillos de arena
con aquella arena fina
ensuciándome las manos
el vestido, las mejillas.
Si aquellos años volvieran
Si yo volviera a ser niña…
Es la niñez que se aleja..
un poco más cada día.


  Cuando escribí este poema, la casa seguía en pié, destartalada como ya he dicho, desconchada, malherida, casi de muerte, pero seguía allí. La vi de casualidad , pues hacía tiempo que aún pasando por delante creía que ya no existía.: Una inmensa valla, y un terreno lleno de zarzas ocultaban su presencia  Pero un día, todas esas zarzas desaparecieron. Alguien estaba trabajando en aquel terreno. Fue entonces cuando la vi..    Pequeña. Diminuta. Más pequeña aún de lo que yo recordaba. Cuando somos niños todo nos parece más grande ¿verdad?
  A la entrada, un pequeño salón, que servía a las veces de comedor y de  cocina, una cocina diminuta, en la que si mal no recuerdo siempre había una olla hirviendo. Aquel olor a sopa, el calor que desprendía, los escasos enseres colgados en la pared, aquellos armarios de obra, tapados con cortinillas para que el polvo no penetrara dentro, y los pesados platos de arcilla siempre colocados en el platero del pollete, son recuerdos que aún, hoy en día disfruto de evocar.
  El salón, con tan solo las sillas suficientes para que todos los miembros de la familia, tuviéramos un lugar en la mesa, ni una más, que si se le rompía la pata a una de ellas, había que darse prisa en arreglarla o comer por turnos. 
   Recuerdo la ventana, que escasamente daba luz a la sala, y desde la que se veía todo el jardín, en aquellos tiempos repleto de flores de todo tipo. 
   Al fondo, casi tocando a la verja, el pino, redondo y majestuoso, y bajo el pino, un montón de arena, que mi abuelo nos puso para jugar. Allí, entre sol y sombra, al amparo de aquel pino, rodeada de arena, es donde recuerdo haber jugado más tiempo. 
   En verano incluso nos dejaban jugar con cubitos de agua, y hacíamos castillos. (Nunca nos hizo falta ir a la playa para jugar con la arena, ni para andar descalzos sobre ella..

  Bueno, cuando escribí este poema, la casa o las casi ruinas de la casa, aún estaban ahí. De ello tengo unas cuantas fotos como testigos, y gracias a ello puedo verla de vez en cuando, porque ahora, pasado unos años, esa casa ha dejado de ser un presente para formar parte del pasado de una niña que ya no es tan niña, pero que guarda entrañables recuerdos de esa niñez que nunca, por tiempo que pase, es olvidada.


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