dimecres, 16 de gener del 2013

   Esta cruda estación,  que nos obliga a acarrear con ropajes pesados y abultados, y a guarecernos de vez en cuando bajo un paraguas que apenas resiste el empaque del viento, a pagar fortunas de gas para calentar nuestros hogares, y a encender la luz de nuestras casas a las seis de la tarde, esta estación, preludio de tiempos mejores, nos ofrece hoy en día la posibilidad de vivirla cómodamente. Los avances nos permiten si no disfrutar del frío, si sobrellevarlo mejor.....
  Pienso ahora en aquellos castillos que hace unos años visité: Manzanares, Turégano, etc..etc.. donde los muros, aunque anchos y fuertes, transmitían una frialdad comparable a la de  una cámara de refrigeración. ¿Cómo combatirían el frío aquellos personajes históricos, si tampoco tenían plumones ni nada por el estilo?
Aquellos salones fríos y desangelados, esas estancias alargadas, los pasillos interminables llenos de agujeritos para respirar...Esos techos altos, altísimos.  En fin, que comparados con aquellos valientes de la Edad Media, creo que hoy en día nos hemos vuelto un poco tiquismiquis.
   Yo misma, por ejemplo, en cuanto se apaga el radiador, siento que el frío me invade, me acobarda, y me deja paralizada...
   Y yo me pregunto..¿Cogerían tantos constipados aquellos habitantes de la Edad Media, como nosotros?
  Porque, según tengo entendido, el que más y el que menos, en cuanto pasamos algo de frío, cogemos uno de esos "trancazos" y no lo soltamos hasta después de un mes...

    De todos modos, y después de viajar por estos campos de España este pasado mes de Diciembre, lo que si que puedo asegurar es que en el campo, campo, ahí donde el campesino no descansa, sigue haciendo el mismo frío que en la Edad Media. Y ahí, a cielo raso, o bajo lluvias o resistiendo el empaque del viento, o pisando el terreno helado, que bajo sus pies debe crujir como cristal, sí que no hay radiadores, aunque eso sí: mejores chaquetas que nuestros antepasados si llevan..

EL INVIERNO

La noche cerrada invade los campos.
La ausencia de luz aumenta el silencio.
Reposa el gorrión. Dormita el lagarto.
Se mecen las nubes al compás del viento.
La nieve en las cumbres. El hielo en los campos.
Las noches cerradas. Inhóspito invierno.

El campo dormido, dormita en silencio.
El ganado aguarda a que llegue buen tiempo.
Los días son cortos y largos los sueños.
El sol es muy tímido. El frío es intenso.
Y al amanecer, los campos son blancos.
La escarcha nocturna, se convierte en hielo,
y al andar caminos, terrones de barro,
bajo las pisadas, se rompen crujiendo.
¡Qué largo y penoso, resulta el invierno!
para el campesino, que hace su trabajo,
pues aunque haga frío, o aunque esté lloviendo,
aunque haya tormentas no deja el arado.

Triste es el invierno que invade los campos.
Los árboles tristes, duermen en silencio.
Las aves emigran, buscando el verano,
que ofrecen las tierras, allá a lo lejos.

Mientras eso ocurre, el pobre labriego,
se queda allí mismo, mirando hacia el cielo,
observando en tiempo, contempla el arado,
se mira los campos, ahora vacíos, resecos del viento.
y…mirando a las nubes, murmura pensando:
“Mañana es Domingo, pero va a hacer bueno”
“Mañana es Domingo…Pero yo trabajo.

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