dimarts, 15 de gener del 2013


 MI BICICLETA

La quietud del bosque,
entre los verdes senderos,
me recuerda que hace años
entre medio de estos pueblos
montado en mi bicicleta,
cruzaba, campos enteros.

Miraba este mismo cielo,
con los ojos muy abiertos,
queriendo comerme el mundo,
que parecía pequeño.

Luego pasaron los años,
y transcurrido un tiempo,
el mundo se hizo tan grande,
que ya no podía comerlo.
El mundo me comió a mí,
volví a sentirme pequeño.

Pequeño ante tantas cosas,
pequeño, ante el mismo cielo
que hace años yo pensaba,
que era solo de el mi pueblo.
Que no existía mas mundo
que el que yo estaba viendo.

Y que era fácil vivir
pues me daban todo hecho.

Ahora veo que la vida,
es algo más que este pueblo
y veo además que este mundo
 no es como yo deseo.

Ya no me dan todo hecho,
ahora tengo yo que hacerlo.

El mundo me comió a mi.
Y yo que quería comerlo.


   En mi caso, la bicicleta no es más que una expresión metafórica. Jamás tuve una bicicleta. Quizás por ello en esta poesía, quien habla es un niño, no una niña. Quizás sea mi hermano, que él si tuvo una bicicleta. Por cierto: hacía verdaderas maravillas con ella. Se mantenía sobre el sillín, inmóvil y en equilibrio largo rato.   Incluso ganó un concurso de "La bicicleta más lenta de la carrera". No es broma. Se trataba de llegar el último en un recorrido de cien metros, sin poner ni una sola vez el pié en el suelo.  

  Una vez me dejaron una, y si he de decir la verdad, con esa vez tuve bastante. A los tres minutos de montarme ya había salido rodando por una cuesta abajo.: Las rodillas arañadas, el manillar torcido, y en la cabeza un descomunal chichón, que me hice al darme con la única piedra que había en toda la cuesta.

  . Vamos que yo soy  aquella que se sienta en un pajar y se clava la aguja......pero a pesar de ello, y a falta de una bicicleta de las de verdad, yo, pedaleo...cada día, eso sí en mi bicicleta estática, que de esa seguro que no me caigo...

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